viernes, 16 de diciembre de 2016

Análisis de la pintura “Construcción en base a paisaje” de Marisa Parga

Por Gabriel Martín Carrillo de Icaza


  El trabajo pictórico de Marisa Parga parte de un conjunto de intereses plásticos que se intersectan en un punto común, situado en la tradición del género del retrato, desde donde plantea imágenes deliberadamente ambiguas con marcadas cargas emotivas.

  El presente análisis parte de la pieza titulada “construcción en base a oleaje”, que conjuga todos los aspectos representativos presentes en su cuerpo de obra, y deja ver algunas particularidades que no habían sido mostradas en trabajos anteriores, haciendo de su lectura un ejercicio mas amplio y abierto.

   Comenzando con los planos semióticos, a nivel semántico la obra claramente nos deja ver al centro de la pieza un desnudo femenino fragmentado desde el inicio del torso hasta ¾ partes de la cabeza, truncando la figura a la altura del cabello. La figura humana, de postura encorvada y actitud ensimismada, se muestra casi por completo de perfil, dirigiendo su mirada hacia el extremo inferior derecho del cuadro.

   Junto al rostro del personaje se proyecta una sutil sombra que no se continúa con el resto del cuerpo, generando una extañeza que se refuerza en el hecho de que apunta en una dirección ligeramente distinta a la del personaje. En la zona inferior del cuadro muestra que parte del cuerpo de la figura se encuentra sumergido en una superficie acuática, que en relación al título alude a lo marítimo.

   En cuanto al aspecto sintáctico, el cuadro conformado en su mayor parte por múltiples pinceladas fragmentadas de color sólido nos plantea una paleta de predominantes tonalidades frías, donde la alusión al color local de la piel en tonos tierras, rosáceos y amarillentos en el cuerpo de la figura es claramente reducida en extensión y se traslapa con los grises y azules del fondo, haciendo que estos se integren e incluso en algunos puntos se fundan generando una ambigüedad espacial característica en su obra.

La pieza se compone por rítmicas manchas semipastosas, de diversas dimensiones, delimitadas por consistentes contornos que conforman la figura central, y por el obscuro plano inferior que a partir de la transparencia la incorpora, filtrando los mencionados colores cálidos del cuerpo con los predominantes azules de la atmósfera.

   El  cuadro no asume un carácter mimético en cuanto a los motivos que representa, pues ninguno de sus aspectos esta basado en la imitación de la realidad, de modo que la relación que podemos establecer entre la representación que encontramos en el cuadro y sus formas reconocibles están dados a partir de la idea de sustitución, es decir que a partir de ciertas convenciones iconográficas podemos reconocer en la disposición de pinceladas y contornos un cuerpo o en la disposición de un plano transparente agua sin que estos tengan que reproducir fielmente sus características como textura, volumen, luminosidad, reflejos, etc.

   Uno de los aspectos que mas se resaltan en la pieza es el de la expresión, donde la imagen muestra un énfasis en el carácter personal de la autora, cobrando protagonismo en el cuadro a partir de una sucesión de decisiones propias del ámbito subjetivo.

   En este sentido, la elección de la paleta, la disposición de las pinceladas, la expresión en el rostro y la postura de la figura, la atmosfera que la rodea, y la carga simbólica que conlleva representar al sujeto principal en un ambiente acuático, dotan a la imagen de una carga emotiva claramente reconocible, asociada a actitudes como la nostalgia, la introspección, la contemplación o la reflexión.

   Haciendo revisión de los aspectos significantes de la pieza, podemos situarla perfectamente dentro de la categoría de los códigos blandos, dada la ambigüedad con que los signos se articulan en la imagen, dando como resultado una amplia posibilidad de interpretaciones y lecturas poco precisas.

  Por otro lado a pesar de la fuerte presencia de formas reconocibles en la pieza, la relación esta establece entre los signos icónicos y los signos plásticos que conforman la imagen, se inclina a enfatizar las características de la  segunda categoría, dando un mayor protagonismo a las cualidades expresivas del color, la mancha, la textura o la pincelada, que a la figura o el contexto en el que se encuentra situada, las cuales tienen un carácter mucho menos enunciativo y arrojan poca información para poder comprenderlas a un nivel narrativo. 

   En lo concerniente a la relación que puedo establecer entre la obra y los diferentes recursos lingüísticos o tropos a partir de los que se activa su sentido discursivo, puedo reconocer claramente los que enlisto a continuación:

- Repetición continuada ilimitada, planteada en el cuadro a partir de la constante incidencia de pinceladas fragmentadas como componente constitutivo de la imagen y como detonante a nivel textural.

- Interpenetración adherente,  a través de la  interrelación establecida entre la figura principal y el fondo, donde se generan ciertas unificaciones de ambos elementos, emparejándolos sin hacerlos perder sus propiedades individuales.

-  Elipsis, referida a partir de la supresión de fragmentos en la representación de la figura que la homologan con partes del fondo, aunada a la cancelación del espacio en que se encuentra la figura, reemplazado por una atmosfera abstracta.

- Sinecdoque, a través del recurso del fragmento, puesto que con solo representar un segmento o parte del personaje principal, se nos hace referencia a la totalidad de la figura y no a un torso separado del resto del cuerpo.

-  Metáfora plástica, utilizando la sustitución a nivel plástico de una paleta de color en representación de una emoción o un estado sicológico adjudicado  al personaje principal.

- Perifrasis, al aludir a determinados estados emocionales, partiendo de asociaciones  de índole plástico o icónico, sin hacer referencia directa al asunto en torno al cual gira la obra.

-  Hipérbole, dada en relación al exceso expresivo, a partir de la reiteración de signos plásticos como la mancha, la textura o el color para enfatizar un carácter subjetivo al que se quiere hacer clara referencia.

   Finalmente podemos inferir que la obra de Marisa se encuentra en un continuo dialogo entre la representación de personajes anónimos de actitudes ensimismadas, suspendidos en situaciones poco elocuentes y espacios nulificados, donde los elementos altamente enunciativos son de orden plástico, pues no es sino a través de la marcada paleta de color y la enfática presencia de la pincelada fragmentada que las figuras pierden neutralidad y consiguen aludir a estados anímicos específicos a través de los cuales se pueden llegar a  establecer relaciones subjetivas de identificación con el espectador.



Fuentes consultadas:
-ACHA, Juan. “Crítica del Arte”, Trillas, México, 1992.
-
BELL, Julian. ¿Qué es la pintura?. Galaxia Gutenberg, España, 2001.
-
CARRERE Alberto, José Sáborit, "Retórica de la Pintura", Cátedra, España. 2000.


Sobre la obra de Cinthya Rougechat "Claw"

Por Emma Marisa Parga Basulto





Fig 1 Cinthya Rougechat Claw. Encáustica, oleo, sobre madera. 16x18 cms. 2016 

La obra de Cinthya concurridamente ha sido una búsqueda entre la relación de signos plásticos reforzados con signos icónicos, para develar conceptos de violencia. A través de las pinturas creadas por Cinthya este semestre, hemos visto una clara intención por la exploración de la materia a través de la textura y el color, apoyada en una reflexión del comportamiento del cuerpo animal.
A manera descriptiva, en la imagen se distinguen las figuras un tanto abstractas de dos animales, un águila y un zorro, en una escena de ataque. Estas dos figuras están sobrepuestas y envueltas en un fondo indefinido, con fuertes cualidades matéricas, en tonos principalmente verdes y ocres, y una gran mancha de rosa y rojo que enmarca las figuras.
Claw, (2016) [Fig 1] es un espacio abstracto que envuelve una escena de representación. Una pieza en la que están latentes tanto signos plásticos como icónicos, pero son los plásticos los que toman las riendas de la obra, y a través de los cuales emerge la representación de animales, en un panorama con claras intenciones violentas, que se presentan desde el manejo de la materia a la composición de los elementos icónicos.
Aunque la pintura se desarrolle principalmente en un plano semiótico1 sintáctico, posiblemente apoyado en o buscando resaltar cuestiones pragmáticas, podemos apreciar también la existencia de lo semántico, que parece ser de lo que se parte pero que queda opacado o desvalorizado por el tratamiento material y conceptual de la obra.La representación de la violencia está presente de manera expresiva y simbólica, generando un diálogo entre lo icónico y lo plástico2. Sin embargo, a pesar de que se presentan signos icónicos, lo esencial está en los signos plásticos. El tratamiento de lo plástico genera una interacción cohesiva entre color, huella, gesto, materia y textura, elementos luego apoyados en la iconografía, que parece ser un indicio de las cualidades, significados o posibles lecturas conceptuales de la obra. No obstante, por más indicios que pueda llegar a dar la figuración, al ser una obra esencialmente plástica, no existen códigos duros para su lectura o análisis; ésta coexistencia de materia y figura, forma una reiteración que enuncia la temática de la pintura, repetición conceptual que depende de una decodificación acertada por parte del espectador, cosa que no siempre podrá ser el caso por la predominancia de códigos blandos en la obra.
La pintura presenta un reto al espectador, porque a pesar de estar utilizando elementos iconográficos, éstos se ven disueltos en una abstracción con el fondo que carece de profundidad o contexto, y que muestra más densidad matérica que las figuras. Una supresión de contexto e indeterminación del espacio que se disuelve con los animales, sólo reconocibles mediante el contraste de color y textura. En esta abstracción de fondo y aquello que pueda connotar significado concreto a la escena se pueden encontrar elipsis de fondo, forma y color. La única pista simbólica en el fondo es cromática, creada por un contraste de color junto a un elemento referencial, un águila que parece estar atacando- color que además puede ser también un código o una representación alegórica de sangre y violencia.
Cabe resaltar, sin embargo, que no se extraña cualquier forma de mímesis3 o representación figurativa en el fondo, ya que el reemplazo de la misma por color y textura genera tensión, y mueve al espectador a una interrogación, que de este modo revela, a manera de metonimia o sinécdoque4, la esencia conceptual de la escena.
De esta manera, se muestra una referencia al mundo visible, pero no por medio de una imitación concreta de la naturaleza. El conjunto y tratamiento de los colores, las formas y las texturas remite a un mundo imaginario y abstracto, en el que el espectador no puede aludir a una experiencia codificada determinada, más que aquella a la cual lo referencial da indicios. La pintura, de esta forma, se vuelve un circunloquio para el espectador.
No obstante, no se puede negar que la imagen tiene ciertas cualidades miméticas, al guardar semejanza con animales en batalla. Empero, esta imitación es selectiva, al introducir una sustitución de elementos icónicos por abstractos. No existe la necesidad de representar la escena a la perfección, sino conceptualizarla sinecdóticamente a través del manejo de la materia, con el estilo pictórico característico de Cinthya, un estilo que se nota se ha ido desarrollando y consolidando, y que tiene cualidades expresivas y un tanto procesuales. En esta pintura, no se puede saber con precisión que fue primero y qué después, pero al observarla se genera un cuestionamiento acerca de su creación, por la manera en la que está aplicada la materia y las texturas que se generan a partir de ella, que dejan huellas claras en el lienzo.
De igual manera, se puede apreciar un cierto rango de libertad deliberada a la hora de pintar, especialmente por el manejo de la encáustica, pero a la vez es una libertad y exploración controlada y violenta, que es redundante con la escena representada, y, por antonomasia, con la pintora misma; éstas huellas y gestos generan sospechas de la sensación, expresión y naturaleza sensible de la autora. Las pinceladas son visibles pero el manejo de las mismas no tiene un orden claro. Además, parecen ser intuitivas, tampoco aparentan haber sido impuestas al azar. El uso de color y textura enmarca la escena representada, y la obra tiene un ritmo progresivo pero abstracto, que genera movimiento en todo el lienzo.
Cabe ahondar en el tema de la antonomasia de estilo, ya que, no sólo está presente por la repetición o coincidencia estilística en todos los cuadros de Cinthya, sino también en el estilo en sí, en la antes mencionada cualidad expresiva y procesal de la pintura, directamente relacionada a la persona y el carácter de Cinthya. Esto es notable en algunos impulsos y en el tratamiento de la materia que concuerda con la manera en la que ella misma se revela. Metonimia antonomásica que podría ser, además, una personificación; si se conociera al autor y se mirara la pintura, se podría ver en las cualidades sensoriales de la obra, en la forma en la que está aplicada la materia, a Cinthya conversando con ella.
Asimismo, el uso descarado de la pintura, las pinceladas, los trazos, y el color, se vuelve enunciativo. Hay una reiteración de la violencia en lo iconográfico, cromático y sensorial. No hay una representación ilusoria, pero la relación entre lo figurativo y lo matérico advierten una repetición de manera conceptual, una metonimia, de causa por efecto. De la misma manera, este hacerse valer de lo plástico en lo referencial se constituye como una perífrasis, mediante un rodeo; la materia pictórica en sí misma, el signo plástico en pugna por liberarse de la deliberada coincidencia icónica. Esto nos deja con un signo plástico que no se atreve a hablar y se queda balbuceando, dejándonos con una pieza que no puede reducirse ni a lo icónico ni a lo
expresivo, sino que se debe quedar en el intento de aludir a algo que no se dice textualmente o no se percibe en su totalidad. Ofrece frecuentes muestras del intento de apuntar a lo que no puede decirse, incluso el título, Claw, sugiere el tema principal de la obra, pero no da una explicación concreta de la misma.
Cinthya, de esta forma, se vale de los recursos tanto plásticos como icónicos no sólo para representar, sino para darle una cualidad reflexiva e interpretativa a la obra. De no sólo ver, sino observar. De detectar esa redundancia intencional entre lo que figura y lo que aparenta, de que, aunque lo parezca, en la pintura, no hay nada al azar, y si lo hubo, se dejó ahí por una razón. Resalta lo que ha sido concurrente desde la modernidad, en la exploración no sólo de la representación sino también de las cualidades de la materia. De esta manera, su discurso, parece estar asentado también en la irrepetiblebilidad de la pintura, del gesto, de la huella, como factor valorativo, conceptual y estético.

Ver ACHA, Juan. (1992). Crítica del arte: Teoría y praćtica. México: Trillas.
Definición y distinción de signo icónico y plástico en FURIO, Vincenc (1991) Ideas y Forma en la Representación Pictórica. Barcelona: Anthropos.
“Imitación de la naturaleza”. BELL, Julian (2001) ¿Qué es la pintura? España: Gutenberg. p 19
Figuras trópicas expuestas por Carrere y Saborit en CARRERE Alberto, José Saborit. Retórica de la Pintura Cátedra, España, 2000


Referencias
ACHA, Juan. (1992). Crítica del arte: Teoría y praćtica. México: Trillas.
BELL, Julian (2001) ¿Qué es la pintura? España: Gutenberg.
CARRERE Alberto, José Saborit. Retórica de la Pintura Cátedra, España, 2000
FURIO, Vincenc (1991) Ideas y Forma en la Representación Pictórica. Barcelona: Anthropos. 

"Las Posibilidades" sobre la obra de Gabriel Carrillo de Icaza

Por

CINTHYA ALEJANDRA AHUMADA SOTO


3475 Provence, France 0.88 256 722 / 30x30 cm. / Óleo sobre madera / 2016
3475 Provence, France 0.40 1024 569 / 30x30 cm. / Óleo sobre madera / 2016
Al momento de tratar de hablar del trabajo pictórico de algún pintor, surgen algunas cuestiones, las cuales como productores de arte nos hacen reflexionar sobre la obra del mismo y sobre nuestra propia obra, en esta ocasión buscaré hablar de la obra de Gabriel Carrillo de Icaza, de sus procesos, reflexiones, y resultados, al igual que analizar su propuesta pictórica a partir de ciertos textos y sesiones de taller donde se ha hablado de dicha obra.

Remitiéndonos a la forma en que Juan Acha en su libro “Crítica del Arte” divide  en 3 planos semióticos el criterio comunicativo, podemos encontrar una lectura clara en la obra de Gabriel, la cual está constituida por una secuencia de pinturas conforme su proceso va avanzando, se pueden ver los 3 planos, el plano semántico como cuestionamiento del paisaje está presente, ya que son pinturas o imágenes generadas con un aparato a través de un software donde se crean líneas horizontales que remiten al género del paisaje, donde se puede diferenciar  una representación de montañas llevándolas a la deformación por medio del mal funcionamiento de la imagen digital dañada llamado “Glitch” que como consecuencia al momento de agregarle una cedula, se direcciona más hacia el plano pragmático que sintáctico.


Al momento de ver la obra completa conformada por todos los módulos, la problematización de la imagen cambia, ya que parte de una imagen normal que es descompuesta y recompuesta por medio de recursos digitales, viendo así un paisaje observado a través de una pantalla, donde fue desconfigurado por medio de una computadora y termina siendo contextualizado con todo un proceso creativo resultando una imagen que se desprende de la percepción de la pantalla.

La imagen creada contiene cierto impacto en cuanto a la manera en como se construye, más allá de hurgar en su proceso de configuración, se pude ver que es una imagen que se hizo con pincel y que va más allá de procesos de prefiguración, configuración y conceptualización en la cual se denota en su obra una construcción de la imagen con un detalle obsesivo y un ensimismamiento indudable.


Parecería meterse de lleno a un plano semántico sin que esté dada la iconografía, revelándose un proceso creativo obsesivo el cual, puede estar interpretado con la precisión, asociándolo más hacia los procesos obsesivos en la manera en como se enfrenta a la superficie pictórica y en como construye la imagen manifestándose en los cuadros que se direccionan hacia los formatos pequeños, pero al parecer lo semántico esta mas delineado, ya que va mas allá del paisaje, hay una claridad visual en como está construida la imagen, hay un color controlado, una clara intensión visual, que como resultado nos da una imagen definitiva.

Los procesos de construcción de la imagen en el trabajo de Gabriel van muy de la mano de su personalidad, no puede ser visto de manera aislada ya que se puede correr el riesgo en el sentido de que la obra podría ser alterada y podría recaer en una obra simplemente agradable y armónica visualmente, al igual que muy condescendiente con el espectador, puesto que el contenido de colores, contrastes y temperaturas, terminan siendo atractivos a la vista del espectador quien lo podría consumir de manera accesible.


Hay un planteamiento sintáctico claro y que se puede explicar, se ven las líneas rectas horizontales, los colores saturados, la geometría fragmentada, los contrastes fuertes, la repetición y el ritmo, si hay una problematización, en cuanto a como construye la imagen a partir de una horizontalidad de tintas planas y de cómo logra profundidad por medio de una cromática inversa.

Puede parecer que su proceso creativo tenga mayor peso, en cuanto a la configuración artística, la pintura es lo que importa y la que tiene diferentes direcciones, en este caso, surge la duda en ¿Cómo puede contextualizarse la obra ya que el proceso es de suma importancia?


Ahora remitiéndonos al libro ¿Qué es la pintura? De Julian Bell, la mímesis puede parecer no darse, debido al contacto que se tiene con la realidad a través de elementos intermedios, en este caso la computadora, que es la que capta esa realidad, esa mímesis implícita como entendimiento directo de los sentidos con la realidad se ve alterada, distorsionada y deja de ser mímesis convirtiéndose en una representación, apropiándose de la imagen, si consideramos en su obra que la imagen es capturada del monitor, la realidad viene del monitor, entonces se podría hablar de una mimesis, ya que se está jugando con el sentido de realidad que fue captada por medio de una superficie y procesada a otro nivel de realidad donde dichos procesos se vuelven un juego en el que ese algo está alterado por medio de un software, y eso distorsionado es el resultado en la pantalla, lo que hace preguntarnos ¿Qué tan importante es dicho proceso al momento en el que el espectador se enfrenta al objeto y no al proceso conocido?


La expresión estaría en la selección de la gama cromática desde la pantalla, que al final el color se vuelve independiente de cómo se aplique, la gama cromática representa ese elemento expresivo y si fue construida por el monitor, se puede hablar de una construcción de cualidades expresivas desde el software, ya que ahí se encuentra la sensibilidad del pintor para escoger la paleta y el aprovechamiento viniendo desde un color luz, que nos demuestran la importancia del plano expresivo en la obra, debido a que se puede resaltar un enfoque claro del pintor en como crear la imagen y trasladarla al pigmento, la expresividad también se pude ver contenida en dimensiones de formato pequeño que obligan al espectador a acercarse, dándonos así una propuesta en el sentido de lo pictórico.
En cuanto a los códigos en la serie de pinturas de Gabriel, se pensaría que está contenido en lo absoluto un código blando, ya que viendo por completo la serie de módulos nos puede llevar dar a un discurso mas complejo detonando cuestiones pictóricas mas intrincadas que podría ser todo lo contrario, si solo viéramos una obra en especifico.

Al analizar los tipos de signos existentes en la serie, se puede ver contenido un código mas plástico que icónico, debido a la paleta de colores que nos propone, pero si nos fijamos bien en los recursos, en cuanto a la construcción de la imagen, sobresale el código icónico, tan pronto como la carga del significado se detecta en la descomposición de la imagen sobresaliendo esa línea horizontal desconfigurada.


Existe una clasificación de tropos que podemos encontrar en el libro “Retórica de la pintura” de Alberto Carrere y José Saborit, la cual nos puede servir como herramienta para encontrar ciertas características en los discursos pictóricos, como primera instancia podemos encontrar presente: la repetición continuada en la obra pictórica de Gabriel, dado que a nivel de módulos, se puede ver la acumulación de rayas, pequeños cuadrados, etc. que  por los mismos, podemos encontrar una interpenetración a causa de las líneas y puntos que nos remiten a un paisaje aunque no sea de manera directa, específicamente hay una interpenetración adherente por los planos superpuestos al paisaje. 


Hay una variación espacio temporal desde el punto de vista en el que la imagen se retoma de un monitor haciéndonos pensar en el tiempo. A nivel icónico no hay una diferenciación clara por lo que no se puede focalizar, una elipsis por el resultado de la imagen distorsionada, cancelando elementos visible y claros, una sinécdoque al remitirnos al paisaje, una ironía planteando diferentes contrarios, una paradoja en la manera en como distorsiona la realidad por medio de la pintura, y así podemos encontrar diferentes cualidades en esta serie de módulos presentados por Gabriel, que no nos dejan, si no una incertidumbre que no se acaba de cuajar al momento de querer analizar su pintura en donde se piensa que todo está dicho pero que siguen siendo inacabables las posibilidades de indagación en su obra. Existe una intención de autor evidente ya que es muy diferente lo que uno pretende a lo que uno logra, y la obra de Gabriel logra varias cosas interesantes.




viernes, 17 de junio de 2016

Análisis hermenéutico de la obra de Marco Armenta

Por César Isaac García Ortiz

                      
En la obra que Marco Armenta aquí presenta  se vuelve evidente el giro que su producción tomó, por lo menos en esta ocasión, respecto al cuerpo de trabajo que desarrolló a lo largo del curso. Si bien al analizar su obra, este último paso puede parecer obvio, no se puede dejar de notar y resaltar la eliminación del elemento figurativo. La lucha de fuerzas que se daba en su obra entre figuración y abstracción (lucha que siempre quedó en tensión) dio paso a una exploración puramente plástica, pareciera que Marco se decantó por la abstracción y declaró una vía que por ahora se presenta como la que mejor se adapta a sus intenciones. Aquí se deja a un lado el signo icónico para que la obra se articule por completo a través del signo plástico, donde zonas de color, tonalidades, huellas e improntas estructuran el lenguaje del cuadro. Es a su vez evidente que el plano sintáctico domina la construcción y análisis de la obra, si bien para realizar el análisis hermenéutico es necesario ubicar esta obra junto al proceso que la derivo, me parece que es el mismo autor quien en el acto de eliminar casi a manera de amputación  el elemento figurativo, quien marca la pauta para establecer una distancia diferenciada con el resto del trabajo realizado. Es por ello que si en el trabajo anteriormente realizado el plano semántico ocupa un lugar importante y sin lugar a dudas arroja luz sobre la decisión final sobre esta obra, sería prudente dejar  un tanto de lado la carga de significados que Marco utilizó para analizar esta nueva obra como punto de partida, como giro no solo formal sino que me parece también un giro en las intenciones sobre cómo abordar su producción, sin embargo esto se abordará más adelante. Solo se menciona para sustentar la decisión de obviar por decirlo de alguna manera, y solo de manera relativa no totalmente, la relación que existía entre la figuración y una serie de significados que se articulaban a través de signos icónicos y que determinaban de manera importante la vía de abordaje a la obra de Marco. Aquí son las decisiones plásticas quienes toman las riendas de la obra y un análisis de esta se tiene que basar en dichos signos y en el plano sintáctico que le da cuerpo.
Es claro que el tratamiento que esta obra deja por completo es el de la semejanza. Las referencias icónicas desaparecieron por completo, aun cuando por la carga del trabajo anterior uno buscaría alguna figura de entre la plasticidad presente, resulta evidente que no las hay y que la referencia fue pasada por alto. La mimesis es a su vez inexistente y no parece que dentro de sus intenciones se encuentre la sustitución ya que el signo plástico no es unívoco y deja abiertas las puertas para una interpretación muy amplia. Parece que el proceso de construcción toma relevancia en esta última obra, la lectura se realiza a través de los gestos de la espátula, la construcción por lo que parecen capas y zonas diferenciadas de color. Expresivamente el cuadro es un tanto contenido, si bien se perciben los trazos realizados por la espátula, estos no son violentos la imagen se articula a través de una serie de pequeños trazos que parecen ser cuidados y ubicados en una posición estudiada, sino de antemano por lo menos si a través de una reflexión al momento de la construcción del cuadro. A su vez se percibe la clara confrontación entre la atmósfera “periférica”  y  la concentración central (aunque se carga hacia la derecha) donde se percibe una continuidad en la paleta que Marco ha utilizado a lo largo del curso. Las tonalidades pasteles en rosa, amarillo y un gris que se mezcla con esos colores, enmarca el intenso movimiento de la parte central con tonos en negro, rojo, óxidos, tierras y un amarillo más intenso aplicado como destellos. Esa parte central se percibe como de mayor profundidad, a diferencia de la periferia que se percibe como un plano con algunos destellos de color pero que frente a la intensidad del centro pierden en fuerza. De esta forma pareciera que algo irrumpe a través del cuadro. La obra se encuentra llena de sutilezas, como se mencionó anteriormente no es el acto violento de la espátula lo que aquí se presenta, sino pequeños movimientos y activaciones de color que articulan una intrincada red plástica. La mancha más intensa de rojo se encuentra próxima a una mancha negra que resalta el contraste visual entre ellas. Estos contrastes dan paso a zonas del cuadro donde aun cuando hay una confrontación entre varios colores, la paleta se siente suave y esto ayuda a dar un sentido dinámico y un ritmo específico al cuadro. Existen en la obra activaciones de intensidad y descansos visuales que permiten a quien mira seguir una lectura y quedarse por momentos en el lugar que más le convenga. Es así que se nos presenta una obra estructurada a través de códigos blandos,  la lectura queda muy abierta y la codificación no es univoca
La composición no es simétrica, si bien pareciera que todo surge del centro, y esta tensión en la construcción del cuadro lo dota de ritmo y le otorga una lectura dinámica. La obra presenta una pequeña “salida” en la parte inferior derecha, sin embargo esta es tan pequeña y los tonos de baja intensidad, que el cuadro se presenta autocontenido, es decir que la narrativa del cuadro se articula a través de lo que se encuentra en el cuadro y no nos remite en ningún momento a un afuera de este.
Las confrontaciones en la obra de Marco no cesan, si en un principio se enfrentaba la figuración a la construcción abstracta, en esta última obra se confronta una atmósfera de calma, la periferia, con un segmento central que no se percibe como atmósfera sino como acumulación, materialidad y algo muy distinto a la calma, dados los colores que se utilizan y las fuertes activaciones a las que están sujetos, resultado de su distribución en ese segmento del cuadro. Se articula a través de oposiciones la narrativa de la obra, ya se mencionó una, existe otra que parece estar velada o que secunda a la más evidente y es la del tratamiento con espátula (muy material) frente a espacios donde los colores se difuminan y se funden. Desde este somero análisis me parece que se puede observar que la obra se nos presenta para leerse con detenimiento, se encuentra cargada de sutilezas que es necesario ir desentrañando y apreciando.
A continuación paso a desarrollar un análisis  más detallado sobre los mecanismos que estructuran la obra y un análisis hermenéutico que pueda arrojar luz sobre el lugar que este trabajo ocupa.
Cabe mencionar que dentro de los tropos, las figuras retóricas que se utilizan en pintura, Marco se apoyaba de manera considerable en la sinécdoque. Sus cuadros, a través de los signos icónicos, nos remitían a situaciones y sobre todo a espacios más amplios de los que presentaba.  Con solo presentar algunas partes del cuerpo y de situaciones que nos resultan cotidianas, nos podíamos hacer de una idea casi completa de la situación, y llenábamos los huecos con el contexto cultural al que sus obras apelaban.  Esta forma de operar se encuentra totalmente ausente en la obra aquí analizada. Como mencioné anteriormente este es un cuadro autocontenido, las referencias contextuales no son propiciadas por la construcción misma de la obra. Si bien la lectura de un cuadro siempre se nutre del contexto que la creó, en una obra puramente plástica como está el cuadro no busca incitar estas referencias.
La figura retórica que me parece se encuentra más presente es el oxímoron, la confrontación entre la paleta periférica y la paleta de la zona central se encuentran en conflicto, podría decirse que son paletas opuestas y que apelan a intenciones y sensaciones contradictorias. El cuadro gira alrededor de esta confrontación de dos paletas que tensan y dinamizan la lectura y construyen la narración a partir de esa oposición. Si bien es difícil abordar la figura retórica de la sinestesia, me parece que esta obra nos da elementos para pensar que se encuentra presente. La paleta periférica de tonos pasteles puede remitir a sabores, me parece casi imposible no asociar los tonos amarillo con algún alimento cremoso sabor vainilla. Los tonos de rosa por una asociación remiten a la fresa.  Los tonos en gris que se esparcen con la espátula parecieran invitar al olor del yeso recién aplicado y la intrincada red de direcciones y colores que conforman la parte del centro y centro/derecha del cuadro remiten al ruido, al caos. Un  caos visual que dentro del contexto en el que nos encontramos (la Ciudad de México) me parece que no puede dejar de remitirnos a sonidos inconexos, no armónicos, en fin el ruido presente en la ciudad en la que habitamos. Finalmente y de manera poco evidente me parece que se podría hablar de una aliteración. Existen a lo largo del cuadro una serie de trazos muy similares realizados con la espátula, trazos cortos que dejan ver el perfil de la herramienta utilizada que se presentan como pequeñas intervenciones. Este tratamiento solo se da en algunas zonas, pero me parece que al momento de analizar la obra con detenimiento se aprecian y se convierten en signos que articulan la lectura.
De este primer análisis de la imagen se pueden sacar algunas conclusiones que junto con el análisis del contexto donde se creó la obra y la manera en la que su autor la generó, podrán arrojar mayor claridad para su lectura.
El cuadro se sostiene a través de las tensiones que presenta, la complejidad en la red de trazos y colores, la forma un tanto errática de algunas  de las huellas y el fundir del color en algunas zonas, juegan como una serie de conflictos en distintos planos de construcción que alimentan la sensación general de oposición, de juego inacabado. Esta ha sido una constante en el trabajo de Marco a lo largo del curso, se presenta un conflicto directo que en todo caso está en el espectador resolver. En la obra anterior la lectura era dirigida y esto dejaba poco espacio para la apertura de interpretaciones, en este caso la interpretación se amplió y utilizando el mismo tratamiento que utilizaba en las obras anteriores para las zonas de tratamiento abstracto, logra generar una narrativa compleja.
Pareciera que el conflicto que anteriormente se emplazaba en la transformación que la tecnología está operando en este momento histórico, se desplazó hacia la observación de la naturaleza del conflicto, es decir ya no estamos en presencia de las causas de la lucha sino frente a la lucha en si misma, frente a un momento de oposición y juego dialéctico que nos presenta la complejidad derivada de un evento como este. Me parece que la obra es una invitación a lo abierto, es una invitación al riesgo de aventurar narrativas a través de la confrontación no determinada. Al comparar esta obra con las anteriores me parece que el autor tomó una decisión, un riesgo para desplazarse a un territorio menos definido y un tanto desconocido. Como espectadores me parece que somos invitados precisamente a ser parte de ese riesgo.
Pasemos ahora a analizar el contexto del autor que generó la obra.  Resulta interesante la referencia que Marco ha hecho en una comunicación personal a la obra del cineasta David Cronenberg. La obra de Cronenberg se caracteriza por la presentación de escenarios distópicos donde la tecnología ha jugado un papel importante en la configuración de dicho contexto. Resulta esclarecedora la referencia para explicar la aproximación que Marco realiza a través de la pintura a la forma en que el teléfono ha reconfigurado las dinámicas sociales. En sus primeros trabajos se puede observar el mismo escepticismo frente al desarrollo tecnológico, esto no como una resistencia sin fundamento sino que Marco aborda una situación que ya estamos viviendo, la alienación a la que los teléfonos móviles nos han orillado. El trabajo de Marco apunta a la presentación del conflicto entre la experiencia sensible directa y la experiencia virtual a la que estamos siendo dirigidos. Pareciera que las atmósferas que Marco presenta nos lleva al reconocimiento de la pérdida del espacio, o mejor dicho de la experiencia del espacio tal como la conocíamos. En lugar de que la experiencia se alimente de los recursos tecnológicos como lo sugieren las prácticas de la realidad expandida, está llevándose a cabo una sustitución, la experiencia del espacio se difumina frente a la experiencia virtual. Algo de ello hay también en las referencias que el autor hace al trabajo de Lipovetsky. Para este autor se vive una época de espectacularización donde se vive dentro de experiencias preprogramadas y desde su punto de vista casi siempre permeadas de banalidad y falta de profundidad. Esta aproximación se puede observar en el trabajo de Marco, sin embargo en los últimos acercamientos el tratamiento plástico se volcaba hacia la plasticidad de lo que en ese entonces se percibía como antítesis de la figuración. En la última obra Marco se enfoca en la composición abstracta y en la narrativa articulada a través de elementos plásticos. De aquí se puede conjeturar que el autor esta dando un salto hacia esa nueva “realidad”, hacia el terreno que anteriormente se enfrentaba como antítesis de lo humano, y se explora a través de la pintura. La pintura opera aquí como lente, como instrumento de observación y en ese sentido me parece que el trabajo de Marco avanza desde un lugar que era familiar, desde un espacio de seguridad hacia lo desconocido. Así no se está frente al mensaje que el autor quiere transmitir sino frente a la exploración misma que el autor está atravesando, se nos invita a participar en esta exploración.
A partir de estas consideraciones es pertinente continuar el análisis con la figura del autor que ha creado la obra , sus intenciones, estrategias y con ello cerrar el círculo hermenéutico que nos dará las pautas necesarias para evaluar el trabajo que se presenta.
En primer lugar se abordarán las categorías axiológicas que se manejan en el trabajo. Estas son parte del contexto cultural en el que el trabajo se inserta y como es que el autor se adecúa o enfrenta a las directrices que este plantea. En la categoría morfológica el trabajo se decanta completamente por la abstracción y se aleja de la figuración que llevaba las riendas en la obra anterior. Es una obra que se inscribe en la corriente del arte abstracto de mediados del siglo XX. Marco refiere la influencia de artistas como Ian Francis y Conor Harrington. Al compara las obras se percibe una cercanía más estrecha con el trabajo de Ian Francis (por lo menos su trabajo anterior). Sin embargo a partir de esta última obra se abandona la figuración y la abstracción de Marco resulta más compleja que la presentada en las obras de Ian Francis. Al abandonar la figuración, la complejidad narrativa se desplazó hacia la red plástica en la obra y las cualidades pictóricas del cuadro predominan. De esta forma el cuadro se puede definir dentro de una tendencia de tratamiento, pero es en la relación con el cuerpo de obra anterior que la lectura se amplía y las cualidades formales del cuadro se sitúan en una situación particular.
En cuanto a la categoría estética, el cuadro no busca crear un choque con el gusto del espectador. La obra invita a observarla, aún cuando se establece una red compleja y por momentos la paleta de la zona central genera sensaciones caóticas, es solo a través del análisis detallado que se llega a ese terreno. El cuadro concede un poco al espectador para tratar de llamar su atención. En todo caso me parece que los destellos en rojo operan a manera de llamada, para que la lectura invite pero no se pase de largo por las concesiones dadas, existen puntos que generan un contraste a primera vista y que hacen el cuadro interesante en un primer acercamiento. De esta forma la obra se sitúa en el campo de un gusto ya probado que se presenta como agradable para el espectador y que no presenta mayores complicaciones al momento de establecer una aproximación estética a la obra.
En cuanto a la categoría tímica la obra se ubica en la zona de euforia; la estructura del cuadro lo hace dinámico, las tensiones presentes y la complejidad generan movimiento y aún cuando existen zonas oscuras en el cuadro me parece que podría describirse como una paleta luminosa ya que aun cuando existen zonas en negro solo refuerzan la percepción de un conflicto vivo. El cuadro se encuentra lleno de actividad y las zonas de descanso son generalmente de tonos claros.
Finalmente en cuanto a la categoría ética podría parecer a primera vista que la construcción plástica deja a un lado el juicio ético del contexto en que se inscribe, sin embargo al analizarla junto al cuerpo de trabajo del autor encontramos asideros de los cuales podemos interpretar la decisión tomada y tomarla como una decisión ética. Me parece que como mencioné anteriormente el hecho de que el giro se muestre como la toma de un riesgo en la obra de Marco, nos propone a su vez un giro en la forma de abordar el conflicto que trata. Si en los trabajos anteriores se determinaba ya de antemano un juicio sobre el conflicto tecnológico, aquí se deja el aire suficiente para explorar otra cosa, para abordar la naturaleza de la lucha y se deja al espectador el espacio suficiente para que genere su lectura. Como autor me parece que esa es una decisión ética donde se está replanteando el lugar del creador y el de quien mira e interpreta la obra.
Desde una perspectiva general podemos evaluar la obra como atractiva para el espectador, se generan entradas o códigos de acceso que no resultan problemáticos para quien mira y el gusto del espectador pareciera que es halagado dado que dentro de la corriente abstracta este cuadro sigue directrices y estructuras que ya han sido adoptadas por la sensibilidad estética de la época histórica que vivimos. Lo interesante se encuentra en que al momento de internarse en la lectura de la obra uno se encuentra con matices y oposiciones que ya no son tan fáciles de discernir e interpretar como se pensó en un primer momento. Sin embargo la oposición y complejidad son vistos desde la euforia de la categoría tímica y por lo tanto son invitación a adentrarse y vivir la reflexión y experiencia de exploración en la plasticidad de la obra. De esta forma el espectador no es confrontado sino invitado.
A partir de este punto podemos aventurar qué tipo de autor creo la obra analizada.
La intencionalidad en los primeros trabajos de Marco era muy clara, como autor se posicionaba y emitía un juicio sobre la situación que abordaba. Este juicio no era precisamente en términos de bueno o malo sino que percibía un cambio radical en las relaciones dentro del espacio y lo abordaba de esa manera, sin concesiones. Sin embargo se comenzaba a notar una evolución en la que lo figurativo se replegaba y lo abstracto comenzaba a tomar protagonismo. Finalmente nos presenta esta última obra donde podríamos pensar a primera vista que dicha intencionalidad se ha perdido. Creo que a la luz del análisis hecho no solo a esta obra sino al cuerpo de trabajo que desarrollo a lo largo del curso, sería un error quedarnos con esa impresión. Como se mencionó anteriormente lo que sucedió es que el conflicto que se anclaba a través de signos icónicos al contexto del mundo bajo los teléfonos móviles, se desplazó al conflicto plástico que se autocontiene en el cuadro. Sigue existiendo una lucha y una oposición, lo que cambió fue la dirección que esta tomaba, pasó de ser un conflicto referido al problema derivado del avance tecnológico, a la aproximación a la naturaleza de la oposición desde una perspectiva plástica, es decir, que la pintura se utiliza como herramienta de búsqueda.
De esta forma se puede decir que las intenciones de Marco siguen por la misma ruta, pero ya no trata de presentar el conflicto sino de entenderlo a través del ejercicio plástico. Marco es un autor con una intencionalidad consciente, claramente percibe  las estrategias que está utilizando (las oposiciones) y  las intenciones que tiene frente a la exposición de su obra. Me parece que aún cuando pareciera que la intencionalidad es tácita en su momento figurativo y esta se va hacia lo implícito en su momento abstracto, al hacer un análisis cercano a su obra nos damos cuenta de las estrategias que utiliza para establecer la confrontación, de esta forma me parece que su intencionalidad sigue siendo tácita, claro, ya no es clara la referencia a la problemática tecnológica, referencia que nos permitía tejer una narrativa de forma más sencilla, pero aún así se nos muestra la estrategia de la oposición y la dinámica que esta propone.
A la luz de este análisis Marco se ubica en el territorio del autor ideal, es decir un autor que conoce las estrategias que está utilizando, ha desarrollado un trabajo donde pone a prueba sus métodos y decisiones plásticas para a partir de ello, modificar y afinar su trabajo. En todo caso podría decirse también que en este momento de transición se está pasando al mismo tiempo por la figura del autor empírico, sin embargo me parece que se puede percibir una idea clara por su parte de las estrategias a seguir aún cuando se interna en terreno desconocido. Como autor, Marco sigue en control de sus recursos y los utiliza a su conveniencia, por ello me parece que de nuevo aun en el momento de transición se le puede considerar como un autor ideal.
Ahora pasemos al tipo de lectura que su obra suscita. Cabría hacer de manera somera un análisis del contexto cultural en el que se inscribe la producción aquí analizada. Actualmente la tendencia en pintura muestra un retorno a lo figurativo. En la Ciudad de México como centro de la actividad cultural del país, esta corriente se torna evidente al visitar las exposiciones que han tenido lugar en años recientes. La obra de Marco se inscribía en dicha corriente y buscaba ampliar sus registros a través de la adición del elemento abstracto. Sin embargo en el transcurso del ejercicio en el taller, se fue decantando hacia la exploración plástica hasta terminar en la pintura abstracta. Así, la obra se nos muestra como ubicada a contra corriente del momento actual de la pintura y es relevante tener esto en mente al evaluarla. La obra suscitaría en primer término un choque con la tendencia actual. Ubicándonos ya en la clasificación de las formas de lectura es claro que la falta de referencias icónicas, la utilización de códigos blandos, etc. deja sin efecto las lecturas práctica y teórica. La obra no se mueve en el terreno de las conceptualizaciones ni en el de la llamada a la acción o interacción con la obra. La lectura estética es la más fuerte en esta pintura, el espectador responde a los estímulos plásticos, son solo estos los que harán que se quede a mirar o no, es este el código de acceso a la obra. Como ya se había mencionado, Marco hace una concesión al espectador a través de una abstracción calmada, que lo invita para que ya en el momento del análisis se presente como conflicto. Finalmente también podría decirse que el acercamiento puede ser mágico-religioso, la abstracción se presta para interpretaciones de este tipo, dado que las referencias no son icónicas, la dinámica del cuadro puede ser extrapolada a toda situación que se le asemeje y generalmente se orienta a cuestiones metafísicas. Sin embargo cierta materialidad en el trazo, la huella de la espátula y de su trayectoria en el lienzo, nos mantienen dentro de la obra, no nos es tan fácil escapar a meditaciones fuera del orden de lo físico y es por ello que la lectura estética es la que predomina.
No encuentro un momento de quiebre en la obra, la oposición es caótica pero estable, no hay catástrofe en el lienzo. Por ello no me parece que se fuerce al espectador a tomar una postura o a ejercer un juicio sobre lo que está observando. Me parece que lo que esta obra hace es invitar a internarse en el mundo que Marco está explorando. Invita a pasear por la pintura, a ser parte de los destellos y las transiciones de color, a ser parte del recorrido y buscar junto al autor la naturaleza del conflicto que aborda.
Para concluir este análisis es importante ubicar la obra en el sitio que ocupa en la producción de Marco para así evaluarla en su justa medida. Esta obra es un momento de transición en su producción, si bien ha habido evoluciones anteriores, esta es la más marcada.  Como momento de cambio, no puede ser evaluada sin tener en cuenta todo el proceso anterior. No podríamos llegar a conclusiones acertadas si analizáramos esta obra como única muestra de su trabajo.

La obra se nos presenta como desviación y camino. Se ha dejado un territorio pero aún no se llega a otro. El trabajo que nos presenta aún no nos puede hablar sobre todas las inquietudes que Marco aborda en su trabajo, pero ya ha comenzado el desplazamiento para llegar a ese punto. Es por eso interesante el análisis en esta etapa de su producción. Se nos ha mostrado un cambio radical que como se nos presenta en la obra aquí analizada es un paso hacia lo desconocido, invitación al lugar no familiar. Me parece que esa es la nota fuerte del trabajo que nos muestra Marco en este momento. Somos invitados y asistimos a un recorrido por sensaciones estéticas, a una exploración de lo plástico. Tendríamos que tener presente en todo momento el punto del que se partió y seguir adelante. Este análisis intenta dar cuenta de ello, intenta establecer las coordenadas en las que el trabajo se ubica su principio y hacer un eco del llamado que lo obra misma nos envía.